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El gusano medidor
Una mañana soleada, el gusano medidor descansaba tranquilamente sobre una rama.
De pronto, el ruiseñor, que es un pájaro presumido, se acercó para comérselo.
-Espera, no me comas, yo soy muy útil y puedo decirte algo que tú no sabes -dijo el gusano
-¿Algo que no sé? -preguntó el ruiseñor.
-Sí, cuánto mide tu hermosa cola.
El ruiseñor tuvo curiosidad y aceptó. Entonces el husano empezí a medir dando pasitos.
-Uno, dos, tres, cuatro... tu cola mide cuatro pasos.
-¿Qué otra cosa puedes medir? -quiso saber el ruiseñor.
-Todo lo que tú me pidas.
Para probar si era cierto, el ruiseñor llamó al tucán, a la garza y al pavo real.
-¡Mide lo más bello que tienen, si no, te como! -le advirtió.
En poco tiempo, el gusano midió el pico del tucán, el cuello de la garza y la cola del pavo real.
Como premio las aves lo dejaron ir, pero el ruiseñor, muy enojado, se puso frente a él.
-Antes de irte, mide lo más bonito que tengo: mi canto.
-Pero yo solo mido cosas, no canciones -respondió el gusano.
Como el ruiseñor ya se lo iba a comer, el gusano pidió asustado:
-Está bien, empieza a cantar.
El ruiseñor inventó una canción tan bonita que el venado, la ardilla, y el pato se acercaron a escucharlo.
Al darse cuenta, cantó aún mejor, mientras el gusano media y avanzaba paso a pasito.
Cuando por fin el orgulloso ruiseñor terminó de cantar, el gusano ya se había escapado lejos de ahí.
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