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El niño de hule

 

Polo salió muy temprano a la escuela, como siempre. Iba por la calle, cuando vio que un hombre viejo se había caído en un charco. 

Polo corrió para ayudarlo a levantarse y con mucho cuidado, le quitó el lodo de la ropa. El viejo, agradecido, le dijo a Polo:

-¡Qué buen niño eres! En recompensa por tu ayuda te concederé lo que me pidas, soy un mago. 

  Polo pensó mucho y al fin dijo: 

-Yo quisiera poder estirarme como si fuera de hule.

-Así será -Contestó el mago.

  Desde ese día, Polo se estiraba en el patio y tenía sed, le bastaba alargar el brazo para alcanzar un vaso de agua de la cocina. No importaba que Polo estuviese dentro o fuera de la casa, podía estirarse y alcanzar cualquier cosa. 

  Un día un gato quedó atrapado entre las ramas de un árbol y sus dueños no pudieron ayudarlo a bajar. Llamaron a Polo, él estiró un brazo y fácilmente salvó al gato. 

  Otro día, cuando Polo y sus amigos andaban de paseo, vieron que al otro lado de la barranca había un nopal lleno de tunas maduras. 

  Todos creyeron que era imposible alcanzarlas. Pero Polo estiró una pierna y después un brazo hasta que las alcanzó. Luego las repartió entre sus amigos y todos, muy felices, comieron tunas maduras. 

  Pero un día sucedió un desastre. Cayó una gran tormenta. Llovió mucho y el río creció tanto que rompió los pilares del puente. 

  El pueblo comenzó a inundarse y no había hacia dónde escapar. Sólo si la gente cruzaba el río podría salvarse. Polo vio la otra orilla y dijo: 

-Me estiré lo más que pueda y veremos si logro llegar al otro lado. 

  Todos esperaban ansiosos. Polo respiró profundamente y comenzó a alargarse. Se estiró y se estiró hasta que alcanzó la otra orilla. Entonces quedó convertido en un gran puente. Todo el pueblo pudo cruzar el río y llegar al otro lado para salvarse. 

  Desde ese día hay un puente que se llama El niño de hule... Claro que la gente no sabe por qué. 

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